By using this site, you agree to the Privacy Policy and Terms of Use.
Accept
Logo Logo
  • ES
    • EN
    • ID
    • RU
    • HI
    • PT
    • FR
    • BN
    • DE
  • ES
    • EN
    • ID
    • RU
    • HI
    • PT
    • FR
    • BN
    • DE
  • Inicio
  • Acerca del Dr. Eli
    • Acerca del Dr. Eli
    • Materiales gratuitos
  • Leer e interactuarLeer e interactuarLeer e interactuar
    • Hebreo
    • Torá
    • Evangelios
    • Apóstol Pablo
    • María
    • Oración
    • Temas en tendencia
    • En proceso
  • Libros
  • Escuelas
    • Israel Institute of Biblical Studies (IIBS)
    • Israel Bible Center (IBC)
Reading: La metáfora hebrea de la nariz larga de Dios.
Share
Logo Logo
  • ES
    • RU
    • PT
    • ID
    • HI
    • FR
    • EN
    • DE
    • BN
  • Inicio
  • Acerca del Dr. Eli
    • Acerca del Dr. Eli
    • Materiales gratuitos
  • Leer e interactuarLeer e interactuarLeer e interactuar
    • Hebreo
    • Torá
    • Evangelios
    • Apóstol Pablo
    • María
    • Oración
    • Temas en tendencia
    • En proceso
  • Libros
  • Escuelas
    • Israel Institute of Biblical Studies (IIBS)
    • Israel Bible Center (IBC)
Follow US
Dr. Eli © All rights reserved
Hebreo

La metáfora hebrea de la nariz larga de Dios.

Las metáforas hebreas son asombrosas, ¡y este artículo perspicaz explora algunas de ellas!

Esperanza Viveros
Share
SHARE

Al acercarse el final del año judío, nuestra comunidad se reunió para observar Yom Kippur, el Día de la Expiación—un día cargado de significado, solemnidad y esperanza. No era una reunión cualquiera. Era un momento sagrado, una pausa colectiva para buscar perdón, reflexionar sobre nuestras fallas y apoyarnos en la misericordia de Dios. Nuestra sinagoga local, llena hasta el tope, no pudo albergar a todos, así que nos trasladamos al centro comunitario del pueblo, a solo unas cuadras. El lugar era humilde, pero la atmósfera estaba cargada de reverencia. Durante todo el día, mientras oraciones y lecturas llenaban el aire, un estribillo seguía elevándose por encima de todo—un canto en hebreo que repetía las palabras que Dios habló a Moisés en un momento de revelación divina (Éxodo 34:6-7). Esas palabras, entonadas con fervor, transmitían una verdad sobre Dios que es a la vez profunda y, francamente, un poco curiosa.

El corazón de este canto proviene de un pasaje donde Dios se describe a sí mismo, pasando delante de Moisés mientras lo protege del peso total de la gloria divina. Es uno de los autorretratos más impresionantes de la Escritura:

“¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado” (Éxodo 34:6-7, RVR1960).

Pero escondida dentro de esta declaración hay una frase en hebreo que no sobrevive del todo en la traducción al español o al inglés. Dios se llama a sí mismo erech apaim (אֶרֶךְ אַפַּיִם), pronunciado aproximadamente “é-rej ah-pá-yim”. Si te estás rascando la cabeza porque no lees hebreo, no te preocupes—la mayoría en la sala tampoco. Pero aquí está el asunto: vale la pena que te dé curiosidad el hebreo, porque esta frase es una joya. Literalmente, erech apaim significa “largo de nariz”. Sí, leíste bien. Dios tiene la naríz larga. Plural, de hecho. ¿Qué significa eso?

Antes de imaginar a Dios con una nariz cómicamente enorme, vamos a desmenuzarlo. En el hebreo antiguo, el lenguaje era vívido, físico y lleno de imágenes. A diferencia de nuestros términos abstractos, el hebreo solía vincular las emociones con el cuerpo. Cuando alguien se enojaba, su rostro se encendía, sus fosas nasales se ensanchaban, y su nariz… bueno, parecía ocupar más espacio. La palabra hebrea af (nariz) incluso está relacionada con la ira en frases como “nariz ardiente” para describir la furia (piensa en Éxodo 15:8 o Salmo 18:8). Así que cuando Dios dice que es erech apaim—largo de nariz—es una forma colorida de decir que es tardo para la ira. Sus fosas nasales no se ensanchan rápidamente. Su temperamento no estalla ante la primera ofensa. En cambio, la paciencia de Dios se alarga, como una nariz que se niega a inflarse de furia. Es una imagen hermosa, casi juguetona, de la contención divina, y está en el corazón del mensaje de Yom Kippur.

Piensa en el contexto de esta declaración. En Éxodo 34, Israel acaba de fallar—y en grande. Han adorado a un becerro de oro, rompiendo el pacto recién salido del estruendo del Sinaí (Éxodo 32). Moisés suplica misericordia, y Dios responde revelando su carácter: misericordioso, piadoso, tardo para la ira, abundante en amor constante. Esto no es una fría afirmación teológica; es un salvavidas. La “nariz larga” de Dios significa que no abandona a su pueblo, aun cuando lo merecen. En Yom Kippur, mientras confesamos nuestras propias fallas—personales y comunitarias—esta verdad se convierte en nuestra ancla. La misericordia de Dios dura más que nuestros tropiezos. Su paciencia es más larga que nuestra rebelión.

Esta frase, erech apaim, no es solo una curiosidad lingüística simpática. Es una ventana al corazón de Dios. A lo largo de la Escritura, vemos esta “nariz larga” en acción. Cuando Israel se queja en el desierto, Dios provee maná en lugar de fuego (Números 11). Cuando David peca con Betsabé, Dios perdona, aun mientras disciplina (2 Samuel 12). Cuando Nínive se arrepiente en tiempos de Jonás, Dios se abstiene del juicio (Jonás 3:10). Una y otra vez, la tardanza para la ira de Dios abre espacio para la redención. Y en Yom Kippur, al cantar estas palabras, no solo recitamos historia—reclamamos esa misma misericordia para nosotros. Es un recordatorio de que la paciencia de Dios sigue activa, invitándonos a volver, a ser renovados.

Pero seamos honestos un momento. Esta idea de la “nariz larga” no es solo sobre Dios—es un desafío para nosotros. Si Dios es tardo para la ira, ¿y nosotros? ¿Qué tan rápido se nos ensanchan las fosas nasales cuando alguien nos cierra el paso en el tráfico, traiciona nuestra confianza o simplemente nos irrita? Yom Kippur no se trata solo de recibir la misericordia de Dios; se trata de convertirnos en personas que la reflejen. Los sabios hebreos a menudo vinculaban los atributos de Dios en Éxodo 34 con el comportamiento humano, instándonos a “imitar a Dios” siendo misericordiosos, piadosos y, sí, largos de nariz (véase el Talmud, Shabbat 133b). Imagina si nuestras narices crecieran un poco—si aprendiéramos a hacer una pausa, respirar y elegir la paciencia sobre la ira. Esa es la clase de transformación a la que Yom Kippur nos llama.

Ahora, hablemos del culto en sí. Imagina la escena: un centro comunitario abarrotado, voces elevándose en hebreo, algunas tropezando con las palabras, otras cantando con fluidez. La melodía de erech apaim se entrelaza en el servicio, uniéndonos a siglos de oración judía y al momento en que Dios habló estas palabras a Moisés. No es solo un canto; es una confesión de quién es Dios y quiénes estamos llamados a ser. Yom Kippur nos desnuda—nuestros pecados, nuestra fragilidad, nuestra necesidad de gracia—y esta declaración del carácter de Dios se convierte en nuestro salvavidas. La cantamos no porque sea pegajosa, sino porque es verdad. La nariz larga de Dios significa que hay esperanza, aun cuando hemos fallado.

Para quienes no saben hebreo, este momento puede sentirse como un empujón. Aprender aunque sea un poco del idioma abre la Escritura de maneras que el español o el inglés no pueden. No necesitas ser un erudito—solo curioso. Empieza con una frase como erech apaim. Déjala rodar por tu lengua. Siente su rareza, su poesía. Es un recordatorio de que la Biblia no fue escrita en nuestro idioma o cultura. Es un texto extranjero, y sumergirse en sus palabras originales es como entrar en un país nuevo, lleno de sorpresas y profundidad. Recursos como diccionarios de hebreo o interlineales en línea pueden ayudarte a explorar, pero la clave es la disposición para involucrarte.

Al entrar en un nuevo año, llevemos con nosotros esta verdad: la nariz de Dios es larga, y su misericordia es más larga aún. Yom Kippur nos recuerda que su paciencia crea espacio para el perdón, la renovación y las segundas oportunidades. Pero también nos llama a alargar nuestras propias narices—a crecer en paciencia, a reflejar la gracia de Dios en un mundo rápido para encenderse en ira. Así que esta es mi oración para nosotros: que sintamos el peso de la inmensa misericordia de Dios este año. Que lo encontremos más íntimamente, dejando que su carácter moldee el nuestro. Y que nuestras narices—nuestro temperamento, nuestro corazón—crezcan mientras caminamos con el Dios que es tardo para la ira y grande en amor.

Cita poderosa

La Biblia no necesita ser reescrita, pero sí necesita ser releída.

James H. Charlesworth
INVITACIÓN PARA UNA ENTREVISTA
Follow US
Dr. Eliyahu Lizorkin-Eyzenberg © 2025. All Rights Reserved.
Welcome Back!

Sign in to your account

Username or Email Address
Password

Lost your password?