Autor: el Dr. Eli lizorkin-Eisenberg y el reverendo J. Jim Stowe
Los dos evangelios relatan el encuentro de Jesús judío con una mujer griega (MC.7:24-29; Mat.15:21-28). Jesús viaja a tiro y Sidón (las tierras de la tribu de Aser, que nunca fueron completamente capturadas por los israelitas). Allí se encuentra con una madre desesperada, dispuesta a hacer cualquier cosa por su hijo afligido: «¡ten Piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija es brutalmente torturada por un demonio». (Mateo 15:21-22)
A medida que continuamos leyendo, vemos que al principio Jesús le dijo que guardara silencio. Luego, cuando sus discípulos judíos le exigieron que le respondiera, él respondió:»solo He sido enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel». Sin embargo, la mujer era implacable. Ella se acercó y se arrodilló ante él y dijo: «¡Señor, ayúdame!»Él le respondió:»no Está bien tomar pan de los niños y tirarlo a los perros». (Mateo 15:23-26)
La afirmación más ofensiva, por supuesto, tiene que ver con el hecho de que Jesús comparó a los griegos paganos con los perros. La clave para entender este texto radica en la conciencia de que solo en el mundo occidental moderno se considera que los perros son miembros de la familia. Los perros (a menudo) viven dentro de la casa familiar, no fuera de ella, pero en la antigüedad, las cosas no eran así en el este. En otras palabras, la comparación con los perros no se hizo para deshumanizar a la mujer griega, sino para enfatizar que la misión principal de Jesús era servir a Israel, aquellos que estaban dentro de la familia de Dios, no fuera de ella.
Entendiendo esto de esta manera, vemos que no había nada inhumano en la respuesta de Jesús. Esto no es diferente de lo que el apóstol Pablo escribiría más tarde: «…el poder de Dios para la salvación de todo creyente, en primer lugar, el judío, y también el Griego». A pesar de algunas afirmaciones mal entendidas sobre su aparente desprecio por la familia física, Jesús dice aquí: «¡la familia está por encima de todo!»
Pero, ¿qué hizo que Jesús se comportara de manera diferente hacia ella ahora? Obviamente, fue su respuesta: «sí, Señor», dijo, «pero incluso los perros comen migajas que caen de la mesa de sus dueños». Entonces Jesús le respondió: «Mujer, tu fe es grande. Que sea contigo como quieras». (Mateo 15:27-28)
Esta mujer sidoniana demostró la verdadera fe de Israel, ejemplificada en la Torá por Abraham y Moisés. Al igual que ellos, ella estaba dispuesta a discutir con Dios, creyendo firmemente que él era justo, bueno y misericordioso.Puede obtener un conocimiento más profundo (haga clic AQUÍ para obtener más información).
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