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Reading: ¿Realmente Jesús declaró limpios todos los alimentos? Parte 2
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Evangelios

¿Realmente Jesús declaró limpios todos los alimentos? Parte 2

Asegúrate de leer la Parte 1 de este artículo y luego continúa aquí. Tienes que ver la lógica.

Esperanza Viveros
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El versículo perdido

La escena cambia del enfrentamiento de Jesús con la delegación de Judea a su interacción con los transeúntes cercanos (más adelante se moverá a un entorno privado dentro de la casa, donde se dirigirá a sus discípulos a solas). Una vez que la multitud se reúne alrededor (no sabemos si la delegación de Judea ahora era parte de ella o no), llama a las personas en la multitud para que escuchen y entiendan. Entonces dice:

            15 “Nada hay fuera del hombre, que entre en él, que le pueda contaminar; (κοινωσαι αύτόν) pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.” (Marcos 7:15, RVR1960)

Dado que, como antes, se usa la palabra para “común” en oposición a “santo”, sería útil ajustar la traducción a lo siguiente:

              15 “Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda desantificar (o volverlo ‘común’) (κοινῶσαι αὐτόν); pero lo que sale del hombre, eso es lo que desantifica al hombre (τὰ κοινοῦντα τὸν ἄνθρωπον).” (Marcos 7:15)

Históricamente, esto ha sido entendido por la gran mayoría de los maestros cristianos como una declaración de Jesús sobre el kashrut (la idea de que ciertos alimentos deben considerarse aceptables y otros no aceptables para Israel), afirmando que ya no era necesario o que había sido abolido. Pero, al hacer una lectura más cuidadosa, Jesús no discute aquí las leyes de kashrut, sino que, en realidad, está haciendo referencia a las secciones de la Torá donde está claro que sólo diversas secreciones corporales que salen desde dentro del ser humano desantifican/vuelven común/desacralizan/contaminan a un israelita por un periodo de tiempo (Levítico 15).

Hay cuatro secreciones corporales mencionadas en Levítico 15 que vuelven ritualmente impuro a un israelita y requieren una limpieza especial:

            1. Una secreción constante de un hombre (Levítico 15:2–15); con base en el contexto, se asume que la secreción proviene de los órganos sexuales del hombre, aunque el texto habla solamente en términos generales de “una secreción anormal de su cuerpo” (Levítico 15:2).

            2. Una emisión de semen, ya sea involuntaria (Levítico 15:16–17) o que ocurre durante el acto sexual (Levítico 15:18).

             3. El periodo menstrual de la mujer (Levítico 15:19–24).

              4. Una emisión de sangre de la mujer no relacionada con la  menstruación (Levítico 15:25–30).

              Existen otras formas en las que un israelita puede volverse impuro por fuentes externas (por ejemplo, al tocar algo impuro), pero en ningún lugar de la Torá hay una ley que especifique que los alimentos puedan cambiar el estatus de un israelita de puro a impuro. Es evidente que Jesús se está refiriendo aquí a las leyes sobre las secreciones corporales.

Es comprensible que, cuando los cristianos escuchan las palabras de Jesús en Marcos 7:15 (“lo que sale del hombre, eso contamina al hombre”), rara vez las conectan con Levítico 15. La razón es bastante simple: aunque el libro de Levítico tiene gran importancia dentro del judaísmo, es uno de los libros menos leídos dentro del cristianismo (con excepción de las secciones sobre las fiestas de Israel y el Tabernáculo, pero solo en ciertos círculos).

Marcos 7:16–17 es particularmente intrigante. La mayoría de los manuscritos existentes del Evangelio de Marcos incluyen el versículo 16 (“Si alguno tiene oídos para oír, oiga”) como parte del relato evangélico. Estos numerosos manuscritos, que provienen de una amplia gama de regiones geográficas, generalmente apoyan la autenticidad de esta variante manuscrita. Sin embargo, los manuscritos más antiguos y cruciales del Evangelio no contienen este versículo.

En los primeros días de la impresión de la Biblia, aún no existía un cuerpo completo de investigación textual y análisis. Por esta razón, las versiones más antiguas de la Biblia (como la KJV) incluyeron el versículo 16, mientras que la mayoría de las Biblias modernas lo excluyen (NVI, NASB, etc.).

Por ejemplo, Daniel Boyarin cree que el versículo 16 alguna vez formó parte del Evangelio original de Marcos y que fue eliminado posteriormente por un escriba, debido a que no reconoció la gran importancia de la naturaleza de la pregunta de los discípulos a Jesús:

              17 “Y cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola.” (Marcos 7:17)

              Pero también pudo haber ocurrido lo contrario. Es posible que escribas posteriores reconocieran la importancia de la pregunta de los discípulos y la conexión de lo que dice Jesús con toda la idea de la parábola. Después de todo, ya había sucedido esto en Marcos 4, en la historia del sembrador y las semillas:

              9 “Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga. 10 Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola.”

Concluyo que el escriba posterior pudo haber agregado la frase en Marcos 7:16 con la misma facilidad con que otro pudo haberla eliminado. Quizás nunca sabremos qué sucedió realmente, pero lo importante es que lo que dice Jesús aquí y lo que dice en Marcos 7:15 está claramente vinculado a la parábola. Pronto veremos cómo.

¿Purificando o declarando puro?

Una vez que Jesús está solo, los discípulos le piden que les explique la parábola. Jesús básicamente repite la misma referencia que hizo a la multitud, pero con un poco más de detalle. Les dice a sus discípulos:

              18 “¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, 19 porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina?” (Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos (καθαρίζων πάντα τὰ βρώματα).) (Marcos 7:18–19, RVR1960)

              καὶ λέγει αὐτοῖς Οὕτως καὶ ὑμεῖς ἀσύνετοί ἐστε; οὐ νοεῖτε ὅτι πᾶν τὸ ἔξωθεν εἰσπορευόμενον εἰς τὸν ἄνθρωπον οὐ δύναται αὐτὸν κοινῶσαι, ὅτι οὐκ εἰσπορεύεται αὐτοῦ εἰς τὴν καρδίαν ἀλλ’ εἰς τὴν κοιλίαν, καὶ εἰς τὸν ἀφεδρῶνα ἐκπορεύεται καθαρίζων πάντα τὰ βρώματα.

Para que puedas ver rápidamente el problema de traducción aquí, citaré la versión King James, que traduce este punto crucial casi correctamente:

              18 “Y les dijo: ¿También vosotros sois así sin entendimiento? ¿No comprendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar; 19 porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina, purgando todos los alimentos?” (Marcos 7:19, KJV)

Las últimas cuatro palabras en Marcos 7:19 (καθαρίζων πάντα τὰ βρώματα) se traducen literalmente como “purificando todos los alimentos.” La cuestión crucial aquí es si es Jesús quien purifica todos los alimentos (una acción declarativa, poco probable pero gramaticalmente posible), o si es el cuerpo humano, al que Jesús se refiere unas pocas palabras antes, el que realiza la acción de purificarlos por sí mismo.

Para alguien que no es experto en griego, la adición de una acción declarativa por parte de la mayoría de los traductores puede parecer una fabricación total y una acción conspirativa sin base en el texto griego. Sin embargo, este no es el caso. Lo he confirmado con expertos en griego no religiosos que no tienen nada que ganar con las interpretaciones tradicionales cristianas. Ellos me informaron que, aunque es una interpretación menos probable (“así declaró limpios todos los alimentos”), es posible traducirlo de esa manera.

Para ser honesto, me sentí aliviado al escuchar esto. No porque crea que sea la traducción correcta, sino porque creo que es importante reconocer que los traductores de la Biblia son personas sinceras que realmente intentan hacer su trabajo lo mejor posible sin recurrir a la invención, dentro de lo humanamente posible.

La siguiente traducción (mía) es algo torpe, pero mucho más literal, y puede ser útil si puedes tolerar esa torpeza por un momento:

Y les dijo (καὶ λέγει αὐτοῖς): “¿También ustedes no entienden? (Οὕτως καὶ ὑμεῖς ἀσύνετοί ἐστε;). ¿No saben que nada que entra al hombre desde afuera puede desantificarlo (volverlo común en vez de santo)? (οὐ νοεῖτε ὅτι πᾶν τὸ ἔξωθεν εἰσπορευόμενον εἰς τὸν ἄνθρωπον οὐ δύναται αὐτὸν κοινῶσαι). Porque no entra en el corazón, sino en el estómago y luego sale al excusado (καὶ εἰς τὸν ἀφεδρῶνα ἐκπορεύεται), purificando todos los alimentos (καθαρίζων πάντα τὰ βρώματα).” (Marcos 7:18–19)

Si Jesús no está haciendo una declaración sobre que todos los alimentos ahora son limpios o puros, sino que, como creo, sigue refiriéndose al funcionamiento del cuerpo (la comida que pasa por el tracto digestivo y es expulsada como desecho, purificando así al cuerpo de los alimentos), ¿entonces qué lógica posible está empleando Jesús aquí?

Irónicamente, puede ser que la respuesta se encuentre dentro de las ideas proto-rabínicas y farisaicas sobre el excremento como ritualmente puro. A diferencia de la comunidad de Qumrán, los fariseos, aunque consideraban que el excremento humano debía ser retirado del campamento por diversas razones (Deuteronomio 23:11–15), no lo consideraban ritualmente impuro ni capaz de volver impuro a un israelita (M Makhshirin 6:7; BT Yoma 30a; JT Pesajim 7:12 (35b)). (Véase el comentario de Safrai (ad loc.), quien nota que esta era una diferencia entre el pensamiento en Israel y el de Babilonia. Véase más discusión en Jody Magness, “What’s the Poop on Ancient Toilets and Toilet Habits?” Near Eastern Archaeology 75.2 (2012): 80–87; Albert Baumgarten, “The Temple Scroll, Toilet Practices, and the Essenes,” Jewish History 10.1 (1996), 9–20 [n. 16].)

Para dejarlo claro, citaré a uno de los rabinos medievales más autorizados. Rambam comenta sobre la razón por la cual los judíos no deben orar cerca de excremento sin enterrar, en su comentario sobre Deuteronomio:

              “La razón de cubrir el excremento no es porque el excremento sea como la impureza y haga impuro lo que lo rodea… más bien, está prohibido verlo en el momento de la oración, cuando el corazón se une al Nombre Glorioso, porque las cosas repugnantes provocan repulsión en el alma y perturban la concentración del corazón puro.” (Rambam, Sifrei Deuteronomio 254)

Rambam explicó que un judío no debe orar cerca de excremento porque interrumpe la experiencia de oración, no por alguna impureza ritual asociada a él. El punto fundamental es que el excremento no se considera ritualmente impuro.

Respecto a la discusión sobre “purificando todos los alimentos”, es plausible que el argumento de Jesús a los fariseos y a sus discípulos simpatizantes (Mateo 15:12) se centraba en la idea de que, al pasar por el proceso digestivo y convertirse en excremento, la comida se vuelve vacía de impureza, creencia que aparentemente sostenían los mismos fariseos. Por tanto, si el excremento es considerado puro al ser expulsado, entonces se deduce que la comida que entró al cuerpo también era pura desde el principio y no lo contaminó, contrario a lo que afirmaban los fariseos.

¿Para qué molestarse?

La importancia de las acciones de Jesús al confrontar a la delegación de Judea, a pesar del riesgo para su liderazgo y reputación, se vuelve clara al considerar la popularidad y el respeto que disfrutaban los fariseos. Jesús no se preocupaba por asuntos triviales, sino que se enfocaba en los principios mayores en juego.

La decisión de Jesús de desafiar a la delegación de Judea, a pesar de las posibles repercusiones, se basaba en su creencia de que estaban en juego principios fundamentales. No estaba preocupado por detalles triviales, sino por cuestiones más profundas.

Jesús establece una conexión entre las leyes de la Torá sobre secreciones corporales (Levítico 15) y la naturaleza del pecado (Marcos 7:20–23). Él argumenta que la secreción física desde dentro del cuerpo humano simboliza cómo el pecado, que emana del corazón, contamina con diversas formas de maldad.

Leemos:

              20 “Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. 21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.” (Marcos 7:20–23, RVR1960)

La manifestación de la sabiduría de Dios a través de todos los mandamientos de la Torá es impresionante, y los fariseos (y la humanidad en general) deben abstenerse de intentar modernizarla o mejorarla. Jesús cree claramente que muchas de las alteraciones, modificaciones e innovaciones farisaicas socavan la Torá. Si el razonamiento fariseo sobre el lavado de manos (dirigido a prevenir una contaminación externa) fuera cierto, estaría en contradicción con el principio de la Torá que Jesús está defendiendo. Es crucial no pasar por alto la conexión entre Levítico 15 (las leyes sobre secreciones corporales) y las acciones pecaminosas (Marcos 7:20–23), ya que esto es solo el comienzo. La Palabra de Dios (la Torá) sobrepasa toda sabiduría humana y siempre debe permanecer por encima.

Cita poderosa

La Biblia no necesita ser reescrita, pero sí necesita ser releída.

James H. Charlesworth
INVITACIÓN PARA UNA ENTREVISTA
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